Ducasse definía a la belleza como"el encuentro fortuito entre un paraguas y una
máquina de coser sobre una mesa de disección". De esta legendaria frase se valieron los surrealistas para sentar algunas de las bases de su vanguardia, un nuevo arte que surgía del interior inconsciente y automático del ser humano. La obra de Man Ray es justamente lo que indica su nombre, un homenaje a Lautréamont.
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